domingo, 11 de octubre de 2009

Crónicas de un gay de closet


Esta vez hago esta primera publicación para contar anécdotas curiosas sobre las pericias de un gay que intenta mantenerse en el armario y al mismo tiempo, está inmensamente desesperado por conseguir pareja.

Vas por primera vez al local de ambiente de tu ciudad. Por supuesto, estás algo nervioso porque nunca habías estado en una discoteca gay y sólo de pensarlo te imaginas a muchos chicos jóvenes y musculosos de indiscutible belleza bailando en el centro de la pista.

Encima, eres menor de edad y claro, te dan en la entrada una mirada de advertencia y entras después de mucho nervio.

Repentinamente, todo lo que habías pensado que era, no se parece en nada a lo que estás presenciando en aquel momento. Miras a la pista y ves una desproporcionada distribución de la edad en la gente que baila. Si no son muy viejos, soy muy jóvenes como tú y tienen pareja.

Volteas a la barra y te encuentras a personas mayores con traje de llanero o de vaquero, coqueteando con jóvenes y te sorprendes, porque tú pensabas que la homosexualidad era algo "nuevo".

A todas estas, miras a tu alrededor buscando a alguien que te pueda interesar y si afortunadamente das con él puede pasar lo siguiente:

Te le quedas viendo y de la nada surge un señor cuarentón que te empieza a mirar de manera amenazante.

Logras dar en la tecla, pero el chico está bailando sexualmente con otro mientras te hace ojitos. (Si, es algo bizarro)

Y la tercera, es que sin intención logras ligar con un chico pero él no te gusta y causualmente, también es el muchacho que tu mejor amigo ha estado persiguiendo desde hace algún tiempo.

Sin embargo, logras salir ileso de aquella experiencia pero intercalas con el miedo a que llegue alguien conocido. Sobre todo si tienes inclinaciones paraoides (como yo) te imaginas a tu primo (el que te pregunta cada vez que te ve si tienes novia) entrando por la puerta del bar. Como si eso no significara que a él también le gusta los hombres.

Y así termina mi descripción en experiencias de lugares de ambiente, que no es mucha. Ya imaginarán por qué.

Ahora sigo con otras experiencias que, como gay de armario, uno tiende a experimentar.

Ante todo esto, siempre está esa personita que es por decirlo de alguna manera, muy curiosa de las demás personas. Tan curiosa, que puede ser calificada de morbosa por muchos. Este ser tan emblemático en la vida de cualquier gay de closet, se ha manifestado en la mia en el cuerpo de una amiga, a la cual no trataba mucho pero que mi amigos si. (Con algunas reservas). Es a la que le hablas porque conviene más tenerla cerca, pero no tan cerca como para que se entere de tus asuntos personales.

Por ejemplo, típico encuentro con esta clase de personas:

Tienes tiempo que no la ves, tal vez años y lo primero que te pregunta cuando te ve es:
- ¿Tienes novia? -sin tan siquiera preguntarte cómo estás.
Por lo menos a mi se me da muy mal la mentira y si alguien me pregunta que si tengo novia digo: No.
La mayoría no sigue preguntando, pero este tipo de personas es de las insistentes y vuelve y te responde.
-Pero ¿Qué clase de chicas te gustan?
A todas estás empiezas a improvisar y te metes a lo filosófico:
Una chica con convicción, que sepa lo que quiere, que tenga ideales, que no le tenga miedo a nada.
Y cuando terminas de contestar te pregunta:
-Pero hombre o mujer.

Ante todo esto, te das cuenta que desde un principio la persona en cuestión sólo estaba interesada en ese punto: saber si eres gay o no.

Tú, en un intento desesperado, tratas de voltear la tortilla y haces preguntas locas del tipo:
- ¿Eres bisexual?
Normalmente se ríen y contestan:
-No, 100% hetero -responden e insisten casi siempre. ¿Y entonces?

-Soy gay -terminas por contestar. Aunque a mi me gustaría en alguna ocasión agregar: Y no es tu problema. ¿No tienes nada mejor que hacer que meterte en la vida de los demás?

También está el subtipo masculino, pero ellos son más directos. Pasan al flirteo, como si ser gay significa que te gustan todos los hombres sin excepción y que, además, no le dices que no a nadie a la hora del sexo.

Lo hacen con gestos como el típico apretón de mano, en donde en alguna ocasión han usado su dedo del medio para rosar mi palma. Señal que en mi país significa: quiero tener sexo contigo. Claro, conozco algunos hombres que prefieren implementar la técnica de arriba.

Lo curioso del tema es que a nadie que le haya dicho que soy gay me ha tratado así. Ironicamente, las personas que se comportan de esta manera son a las que no les he contado.